Pensar es un acto de responsabilidad
En un mundo dominado por la inmediatez, la inteligencia artificial nos promete eficiencia y comodidad, pero también puede alejarnos de lo más esencial: nuestra capacidad de pensar con presencia, profundidad y conciencia. No se trata de renegar de la tecnología, sino de cuestionar si la estamos usando para crear y reflexionar… o solo para distraernos más rápido. A medida que delegamos tareas, ideas y decisiones a sistemas inteligentes, corremos el riesgo de diluir nuestra voz y desconectarnos de nosotros mismos y de los demás. Pensar, hoy, se ha convertido en un acto de resistencia: una forma de recuperar el foco, la creatividad y el sentido. La verdadera revolución no será tecnológica, sino humana.