¿Pueden las máquinas ser éticas?
La inteligencia artificial ya está tomando decisiones que influyen directamente en nuestras vidas, desde las más cotidianas hasta las más delicadas. Pero cuando esas decisiones afectan derechos, oportunidades o incluso vidas humanas, surge una pregunta ineludible: ¿podemos programar la ética en una máquina? La IA aprende de los datos, y si esos datos están sesgados, sus decisiones también lo estarán. No basta con confiar en su eficiencia: necesitamos exigir transparencia, establecer límites claros y abrir un debate ético que involucre a toda la sociedad. El futuro de la inteligencia artificial no puede construirse sin una brújula moral colectiva. No se trata solo de lo que la tecnología puede hacer, sino de lo que estamos dispuestos a permitir que haga.