Cuando te dicen “no llores” y aprendes a tragarte el mundo

Desde la infancia, muchos hemos recibido mensajes que, sin mala intención, nos enseñaron a reprimir nuestras emociones: “no llores”, “no te enfades”, “no exageres”. En especial a los hombres, se nos transmitió que sentir es signo de debilidad. Sin embargo, las emociones no son enemigos a controlar, sino señales a comprender: nos hablan de lo que valoramos, necesitamos o nos duele. Reprimirlas no las elimina, solo las oculta hasta que estallan. Aprender a nombrarlas, escucharlas y darles lugar no nos hace menos fuertes, sino más conscientes, humanos y honestos con nosotros mismos. Sentir no es fallar; es vivir con autenticidad.