El día que me enfadé tanto… que no entendí nada

El enojo no es un enemigo a evitar, sino una emoción legítima que nos alerta de límites cruzados, valores vulnerados o conversaciones pendientes. Aunque muchas veces lo reprimimos o lo dejamos explotar sin filtro, el coaching ontológico nos invita a escucharlo con apertura: ¿qué me está queriendo mostrar este enojo? ¿Qué parte de mí necesita ser reconocida, cuidada, expresada? Cuando paramos, respiramos y nos preguntamos desde dónde surge, el enojo deja de ser un carbón ardiente que nos quema por dentro y se convierte en una brújula que puede guiarnos hacia la claridad, la reparación y el autoconocimiento.