Ese instante donde todo cambia (aunque nada se rompa)

Los quiebres no siempre se presentan con estruendo; a veces llegan como susurros que remueven lo más profundo sin alterar la superficie. En mi experiencia, han tomado la forma de un cuerpo que se rebela ante el acoso laboral, una traición inesperada de un amigo cercano o un proyecto ilusionante que no prospera. Cada uno marcó una ruptura con mi forma habitual de habitar la vida y me obligó a detenerme, a mirar distinto, a reinventarme. En el coaching ontológico, el quiebre no se ve como un problema, sino como una oportunidad para observarnos, cuestionar nuestras creencias y abrir nuevas posibilidades. Reconocer el quiebre es el primer paso hacia la transformación, porque no hay crecimiento sin interrupciones, sin grietas por donde pueda entrar la luz.