¿Y tú, en qué punto estás con la IA? Una revolución silenciosa que ya nos alcanza

La inteligencia artificial no ha irrumpido de golpe, pero ya está aquí: se filtra en nuestras decisiones, en nuestras rutinas, en la forma en que trabajamos y nos comprendemos. Frente a esta revolución silenciosa, no se trata de dominar herramientas, sino de recuperar el criterio. Más que aprender rápido, necesitamos pensar mejor. La pregunta no es si usas o no la IA, sino desde qué lugar emocional y ético te estás relacionando con ella. Porque esta transformación no solo es tecnológica, es también una crisis —y una oportunidad— de sentido. Y lo más humano que podemos hacer frente a esta nueva era es conversar, preguntarnos, elegir conscientemente. Cada paso que damos, incluso con incertidumbre, nos aleja del miedo y nos acerca a un futuro más libre, más lúcido, más nuestro.
Por mi culpa, por mi culpa… ¿hasta cuándo?

Durante años, la culpa fue una presencia silenciosa que marcó mi relación con el cuerpo, la comida y conmigo mismo. No gritaba, pero pesaba; se colaba en cada decisión, en cada espejo, en cada juicio interno disfrazado de exigencia sana. Aprendí que esta culpa no nacía solo de mí, sino de mandatos culturales y voces externas que nos enseñan a cargar con la responsabilidad emocional de todo, hasta de nuestras emociones y elecciones. El coaching ontológico me ayudó a mirar esta emoción con compasión, a distinguir entre el juicio y el hecho, y a transformar la culpa en conciencia. Hoy entiendo que no se trata de eliminarla, sino de preguntarnos qué sentido tiene seguir sosteniéndola y qué cambiaría si nos tratáramos con más amabilidad. Porque el problema no es sentir culpa, sino permitir que nos defina.
Humanizar la IA empieza por cómo la enseñamos
Aprender a usar inteligencia artificial no debería ser una carrera contrarreloj ni una competencia reservada para expertos, sino un camino accesible, empático y acompañado. Muchos profesionales sienten miedo o frustración ante un cambio que nadie les explicó del todo, pero la clave está en enseñar sin imponer, empezando por lo útil, lo concreto, lo que ahorra tiempo real en tareas reales. Cuando la IA se presenta como una aliada —y no como una amenaza—, algo cambia: el miedo se convierte en curiosidad, y la tecnología se vuelve una herramienta que amplifica, no reemplaza, nuestro valor profesional. Humanizar la IA empieza por nuestras palabras, por cómo acompañamos a otros a descubrir que este futuro también es para ellos.
El miedo que me frenó… y el que me salvó

Hubo un tiempo en que el miedo gobernaba mis decisiones disfrazado de prudencia o exceso de análisis, frenándome incluso frente a proyectos que me ilusionaban profundamente. Descubrí que no era la falta de capacidades lo que me detenía, sino la falta de confianza en mí mismo. El miedo, lejos de ser el enemigo, es una señal que nos alerta de que algo valioso está en juego; si sabemos escucharlo, puede impulsarnos en lugar de bloquearnos. Aprendí a distinguir entre el miedo funcional, que me prepara, y el paralizante, que me limita, y comprendí que no se trata de eliminar el miedo, sino de avanzar con él a nuestro lado, transformándolo en aliado en lugar de carcelero.
Wearables y privacidad: ¿cuánta comodidad merece el riesgo?
Los wearables han pasado de ser simples accesorios a convertirse en asistentes inteligentes que monitorizan nuestra salud, optimizan nuestro tiempo y conectan cada aspecto de nuestra vida diaria. Pero este avance conlleva un precio silencioso: nuestra privacidad. A medida que cedemos más datos íntimos a cambio de comodidad, se vuelve urgente preguntarnos quién controla esa información, con qué fines y dónde marcamos el límite. La tecnología no es el problema, sino cómo la utilizamos y qué derechos estamos dispuestos a proteger. En un futuro hiperconectado, el verdadero reto no es detener el progreso, sino asegurarnos de que avance con ética, seguridad y libertad.
10 lecciones de liderazgo que nos deja Pepe Mujica

Durante semanas sentí la necesidad de escribir sobre Pepe Mujica, especialmente en este mundo que parece cada vez más huérfano de referentes éticos y humanos. Ayer, con su fallecimiento, perdimos a un líder que encarnó la coherencia entre palabra y acción, la humildad como forma de autoridad y el poder como herramienta de servicio. Este texto no es un homenaje solemne, sino una recopilación de 10 lecciones que su vida y su discurso —vivido, no solo pronunciado— nos dejan a quienes creemos en el liderazgo con alma. Mujica fue un observador transformado que eligió la libertad sobre el consumo, la paz sobre la revancha, y la solidaridad sobre el individualismo. Desde el coaching ontológico, su figura nos invita a mirar nuestras propias elecciones: ¿vivimos como decimos? ¿lideramos desde el ego o desde el servicio? En tiempos de tanto ruido, su legado es una invitación a escuchar lo esencial y a vivir con sentido.
La brecha en el uso de la IA: un obstáculo invisible que amenaza la innovación
Mientras la inteligencia artificial redefine industrias y genera nuevas oportunidades, una brecha preocupante se ensancha entre quienes pueden acceder, comprender y aplicar esta tecnología, y quienes quedan rezagados por falta de recursos, formación o confianza. Esta desigualdad no es solo económica o técnica, sino también cultural y generacional. Si no actuamos ahora —apostando por la educación, el diseño accesible, la regulación inclusiva y la colaboración entre grandes y pequeñas organizaciones— corremos el riesgo de que el futuro digital sea privilegio de unos pocos. La IA no debe ser un lujo; debe ser una herramienta compartida para construir un mañana más justo y participativo.
Cuando “no estar listo” se vuelve una excusa perfecta

A menudo disfrazamos el miedo de prudencia y la inseguridad de perfeccionismo, postergando acciones importantes hasta “estar listos”, cuando en realidad lo que nos frena es la duda sobre nuestro propio valor. Confundimos autoexigencia con excelencia, y en nombre de ella, paralizamos nuestro impulso creativo. El coaching ontológico nos invita a distinguir si actuamos desde el compromiso o desde el castigo interno. Porque el crecimiento no ocurre antes del salto, sino después: cuando nos atrevemos a dar el primer paso sin garantías, cuando entendemos que equivocarnos no resta valor, y que ser imperfectos no nos hace impostores, sino humanos en proceso.
IA que se replica sola: ¿avance imparable o peligro inminente?
La inteligencia artificial ha dado un paso inesperado hacia el futuro: su capacidad para autorreplicarse sin intervención humana ya es una realidad en modelos avanzados como Llama 3 de Meta o Qwen de Alibaba. Esta innovación promete acelerar la personalización, optimizar el rendimiento de sistemas y democratizar el acceso a la IA, pero también plantea enormes riesgos éticos, de seguridad y control. ¿Qué ocurre cuando una IA se multiplica, se modifica y actúa por sí misma? La autorreplicación puede ser el mayor catalizador de progreso… o el principio de una crisis si no se regula con visión y responsabilidad. El reto no es tecnológico, sino humano: anticiparnos, supervisar y decidir con criterio hasta dónde queremos llegar.
El día que me enfadé tanto… que no entendí nada

El enojo no es un enemigo a evitar, sino una emoción legítima que nos alerta de límites cruzados, valores vulnerados o conversaciones pendientes. Aunque muchas veces lo reprimimos o lo dejamos explotar sin filtro, el coaching ontológico nos invita a escucharlo con apertura: ¿qué me está queriendo mostrar este enojo? ¿Qué parte de mí necesita ser reconocida, cuidada, expresada? Cuando paramos, respiramos y nos preguntamos desde dónde surge, el enojo deja de ser un carbón ardiente que nos quema por dentro y se convierte en una brújula que puede guiarnos hacia la claridad, la reparación y el autoconocimiento.