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Titans: ¿La próxima gran revolución en Inteligencia Artificial?

Titans: ¿La próxima gran revolución en Inteligencia Artificial?

Los Titans representan un salto evolutivo en la inteligencia artificial, superando los límites de los Transformers al integrar diferentes tipos de memoria —corto, largo plazo y persistente— que permiten procesar millones de palabras con coherencia y profundidad. Esta nueva arquitectura no solo mejora la retención de información y el análisis contextual, sino que abre posibilidades transformadoras en medicina, finanzas, educación o investigación científica. Más que una mejora técnica, los Titans anuncian una revolución en cómo las máquinas comprenden, aprenden y recuerdan, acercándonos a una IA más potente, personalizada y útil en tareas complejas de alto impacto.

Cuando te dicen “no llores” y aprendes a tragarte el mundo

Cuando te dicen “no llores” y aprendes a tragarte el mundo

Desde la infancia, muchos hemos recibido mensajes que, sin mala intención, nos enseñaron a reprimir nuestras emociones: “no llores”, “no te enfades”, “no exageres”. En especial a los hombres, se nos transmitió que sentir es signo de debilidad. Sin embargo, las emociones no son enemigos a controlar, sino señales a comprender: nos hablan de lo que valoramos, necesitamos o nos duele. Reprimirlas no las elimina, solo las oculta hasta que estallan. Aprender a nombrarlas, escucharlas y darles lugar no nos hace menos fuertes, sino más conscientes, humanos y honestos con nosotros mismos. Sentir no es fallar; es vivir con autenticidad.

¿Pueden las máquinas ser éticas?

¿Pueden las máquinas ser éticas?

La inteligencia artificial ya está tomando decisiones que influyen directamente en nuestras vidas, desde las más cotidianas hasta las más delicadas. Pero cuando esas decisiones afectan derechos, oportunidades o incluso vidas humanas, surge una pregunta ineludible: ¿podemos programar la ética en una máquina? La IA aprende de los datos, y si esos datos están sesgados, sus decisiones también lo estarán. No basta con confiar en su eficiencia: necesitamos exigir transparencia, establecer límites claros y abrir un debate ético que involucre a toda la sociedad. El futuro de la inteligencia artificial no puede construirse sin una brújula moral colectiva. No se trata solo de lo que la tecnología puede hacer, sino de lo que estamos dispuestos a permitir que haga.

Cuando decidí hablar menos (y lo notaron)

Cuando decidí hablar menos (y lo notaron)

Escuchar no es solo callar: es habitar el silencio con presencia, intención y apertura. En esta historia personal, un simple experimento de hablar menos y escuchar más reveló cuánto nos cuesta salir del rol de emisores y cuánto poder tiene una escucha genuina. La escucha activa, como la plantea el coaching ontológico, no es pasiva: implica conectar emocionalmente, dejar a un lado los juicios y estar realmente disponibles para el otro. Escuchar así transforma los vínculos, no solo con quienes nos rodean, sino también con nosotros mismos. Porque en un mundo lleno de ruido, ser escuchado es uno de los mayores actos de reconocimiento.

El cambio es imparable, tú decides cómo enfrentarlo

El cambio es imparable, tú decides cómo enfrentarlo

El miedo al cambio es humano, pero la historia demuestra que quienes se adaptan son quienes prosperan. En plena revolución de la inteligencia artificial, no se trata de resistirse, sino de aprender a usarla con sentido. La IA no sustituye nuestra experiencia ni nuestro juicio: los potencia, si sabemos integrarla con inteligencia, creatividad y criterio. Como ocurrió con otras tecnologías, su impacto dependerá de cómo decidamos enfrentarlo. El verdadero reto no está en la IA, sino en nuestra disposición a evolucionar, a formarnos y a construir juntos un futuro más humano, más consciente y más conectado.

Cuando una frase te desconecta de lo que amas

Cuando una frase te desconecta de lo que amas

Una sola frase puede marcar el rumbo de una vida cuando la convertimos en verdad sin cuestionarla. El juicio de un profesor (“Tú no vales para esto”) apagó durante años una pasión, no porque fuera cierto, sino porque fue asumido como identidad. El coaching ontológico nos enseña que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que la modela. Cada juicio que aceptamos —propio o ajeno— puede limitarnos o liberarnos, dependiendo de cómo lo integramos. Recuperar una parte olvidada de nosotros comienza por revisar esas historias que nos contamos, y atrevernos a reescribirlas con conciencia, compasión y verdad.

Pensar es un acto de responsabilidad

Pensar es un acto de responsabilidad

En un mundo dominado por la inmediatez, la inteligencia artificial nos promete eficiencia y comodidad, pero también puede alejarnos de lo más esencial: nuestra capacidad de pensar con presencia, profundidad y conciencia. No se trata de renegar de la tecnología, sino de cuestionar si la estamos usando para crear y reflexionar… o solo para distraernos más rápido. A medida que delegamos tareas, ideas y decisiones a sistemas inteligentes, corremos el riesgo de diluir nuestra voz y desconectarnos de nosotros mismos y de los demás. Pensar, hoy, se ha convertido en un acto de resistencia: una forma de recuperar el foco, la creatividad y el sentido. La verdadera revolución no será tecnológica, sino humana.

El día que aprendí que no basta con hablar bien para comunicarse

El día que aprendí que no basta con hablar bien para comunicarse

Creer que comunicamos bien solo porque hablamos con claridad es una ilusión común. La verdadera comunicación no depende de lo que decimos, sino de lo que el otro comprende y siente. Un momento incómodo —ser acusado de no escuchar— puede convertirse en una poderosa lección: la escucha no es pasiva ni automática, sino una práctica activa que requiere presencia, empatía y apertura emocional. Escuchar de verdad implica dejar de lado el ego, soltar la necesidad de tener razón y estar dispuesto a encontrarse con el mundo del otro. Porque la comunicación auténtica no empieza en la boca, sino en el corazón.

El efecto Dunning-Kruger en la era de la IA: saber poco, creer saber mucho

El efecto Dunning-Kruger en la era de la IA: saber poco, creer saber mucho

En la era de la inteligencia artificial, no solo enfrentamos desafíos tecnológicos, sino también cognitivos: herramientas como asistentes conversacionales o plataformas no-code pueden amplificar el efecto Dunning-Kruger, haciéndonos creer que sabemos más de lo que realmente comprendemos. Desde estrategias mal planteadas hasta decisiones críticas basadas en datos mal interpretados, la sobreconfianza alimentada por la IA puede tener consecuencias serias en sectores como la educación, el periodismo o la tecnología. La solución no está en rechazar estas herramientas, sino en cultivar pensamiento crítico, humildad epistémica y una constante revisión de nuestras propias creencias. Porque, más que saberlo todo, lo urgente es saber reconocer lo que aún no sabemos.

El impacto de la inteligencia artificial en el futuro de la educación: ¿estamos preparados para este cambio?

El impacto de la inteligencia artificial en el futuro de la educación: ¿estamos preparados para este cambio?

La inteligencia artificial está transformando el mundo educativo con promesas como el aprendizaje personalizado, la eficiencia pedagógica y el acompañamiento virtual, pero también con desafíos que no podemos ignorar: desde la privacidad de los datos hasta el riesgo de ampliar la brecha digital. Aunque la IA puede potenciar el trabajo docente, nunca podrá reemplazar la dimensión humana de la enseñanza. Por eso, el futuro de la educación requiere no solo tecnología, sino también formación docente, políticas inclusivas y una mirada ética que garantice el acceso equitativo y el desarrollo integral de cada estudiante. La educación del mañana empieza con las decisiones que tomamos hoy.

Víctor Figueroa
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