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Diseñar el futuro: la conversación pendiente con uno mismo

Diseñar el futuro: la conversación pendiente con uno mismo
Cuando el futuro que había imaginado empezó a desdibujarse, comprendí que los quiebres no siempre llegan con estruendo, pero sí con la fuerza suficiente para hacer tambalear lo conocido. El acoso laboral que viví no solo me enfrentó al desgaste físico y emocional, sino que me obligó a replantear la vida que había construido. Fue entonces cuando descubrí que el futuro no es un destino fijo, sino una conversación que puedo rediseñar desde el coaching ontológico. Comprendí que tener visión no es simplemente trazar metas, sino conectarme con la persona que deseo ser y el sentido que quiero dar a mis acciones. Entre lo que soy y lo que quiero ser existe una tensión creativa que no debe silenciarse, sino habitarse con coraje. Hoy camino desde esa conversación interna, consciente de que no tengo certezas, pero sí la voluntad de seguir diseñando un futuro alineado con mis valores, honrando mis quiebres como puntos de inflexión que abren nuevas posibilidades.
Cuando el futuro que había imaginado empezó a desdibujarse, comprendí que los quiebres no siempre llegan con estruendo, pero sí con la fuerza suficiente para hacer tambalear lo conocido. El acoso laboral que viví no solo me enfrentó al desgaste físico y emocional, sino que me obligó a replantear la vida que había construido. Fue entonces cuando descubrí que el futuro no es un destino fijo, sino una conversación que puedo rediseñar desde el coaching ontológico. Comprendí que tener visión no es simplemente trazar metas, sino conectarme con la persona que deseo ser y el sentido que quiero dar a mis acciones. Entre lo que soy y lo que quiero ser existe una tensión creativa que no debe silenciarse, sino habitarse con coraje. Hoy camino desde esa conversación interna, consciente de que no tengo certezas, pero sí la voluntad de seguir diseñando un futuro alineado con mis valores, honrando mis quiebres como puntos de inflexión que abren nuevas posibilidades.

Cuando el futuro que imaginabas se desdibuja

Hubo una etapa de mi vida en la que el futuro que había diseñado empezó a resquebrajarse. No fue de golpe, no hubo un gran estallido, pero sí una acumulación de pequeños golpes que terminaron haciendo ruido dentro de mí. El detonante fue el proceso de acoso laboral que me tocó atravesar.

Hasta ese momento, creía tener el camino bastante claro. Tenía estabilidad, un trabajo consolidado, objetivos definidos, rutinas que daban una cierta seguridad. Pero cuando la dignidad se resiente, cuando sientes que tus valores son pisoteados, cuando tu cuerpo empieza a hablar a través del estrés, la ansiedad o la tristeza… algo dentro de ti te obliga a frenar.

Ese fue uno de mis grandes quiebres. El futuro que había construido hasta ese momento ya no era habitable. No porque dejara de existir, sino porque yo ya no quería seguir siendo el mismo dentro de él.

El quiebre como inicio de una nueva conversación

Muchas veces creemos que el futuro es algo que está ahí adelante, como un tren en marcha al que solo podemos subirnos. Pero cuando transitamos un quiebre profundo, el futuro deja de ser automático.

El coaching ontológico me permitió comprender que el futuro no es un hecho, es una conversación abierta. Y que, si el futuro es conversación, siempre hay posibilidad de intervenir en ella.

El primer paso no es tener las respuestas. Es atreverse a mirar lo que hasta ahora no habías querido ver.

Visión: algo más que planificar metas

Cuando hablamos de visión, no nos referimos únicamente a definir objetivos concretos, medibles o estratégicos. La visión es anterior a los objetivos. Es esa imagen interna, a veces todavía difusa, de la persona en la que me quiero convertir. De los valores que quiero habitar. De los vínculos que quiero construir. Del legado que deseo dejar.

En el coaching, decimos que diseñar la visión es un acto de autoría: pasar de ser espectador de mi propia historia a convertirme en el autor de lo que viene.

La tensión creativa: el espacio entre lo que tengo y lo que quiero

Robert Fritz habla de la tensión estructural —que en coaching también llamamos tensión creativa— como ese espacio que existe entre mi realidad actual y la visión que deseo alcanzar.

  • Lo que tengo: mis recursos, mis logros, mis límites, mi presente.
  • Lo que quiero: mi anhelo, mi propósito, el futuro que elijo diseñar.

Entre ambos polos aparece la tensión. Y no es algo malo. La tensión creativa es el motor que moviliza el cambio.

El problema no es sentir esa tensión. El riesgo aparece cuando, por miedo o incomodidad, intentamos cerrarla rápido… abandonando la visión.

La visión requiere coraje

Después de aquel quiebre laboral, me vi obligado a tener conversaciones incómodas conmigo mismo:

  • ¿Qué quiero hacer de verdad?
  • ¿A quién quiero seguir entregando mi energía?
  • ¿Desde dónde quiero ejercer mi trabajo?
  • ¿Qué valores quiero preservar?
  • ¿A qué cosas me he estado resignando sin darme cuenta?

Y no todas las respuestas fueron inmediatas. Algunas siguen madurando. Pero lo cierto es que decidir mirar esas preguntas ya fue un primer acto de visión.

Porque crear futuro no es anticipar certezas. Es animarse a declarar lo que quiero, aún sabiendo que hay incertidumbre.

Los obstáculos internos

El gran obstáculo no suele estar fuera. Está dentro:

  • El miedo al error.
  • La inseguridad.
  • Las lealtades invisibles.
  • Las conversaciones internas de “no es el momento”, “quizá más adelante”, “primero tengo que…”.

Muchas veces, esas voces no son reales. Son historias heredadas. Mandatos familiares. Modelos culturales. Creencias instaladas que ni siquiera revisamos.

El coaching permite iluminar esas zonas oscuras. No para eliminar el miedo, sino para transformar la relación que tenemos con él.

Construir visión es construir posibilidad

Desde el coaching ontológico, trabajar la visión implica:

  • Honrar el pasado, pero no quedar atrapado en él.
  • Nombrar los quiebres que me invitan a redefinir mi camino.
  • Diseñar compromisos conectados con mis valores.
  • Ampliar mi observador para ver lo que antes no veía.
  • Aceptar la tensión creativa como parte natural del proceso.

La visión no es una foto estática. Es dinámica, evoluciona con cada paso. No es un destino, es un sentido de dirección.

Conversación de futuro: ¿qué me estoy diciendo hoy?

En el fondo, crear visión es revisar nuestras conversaciones internas.

  • ¿Qué me digo sobre lo que puedo lograr?
  • ¿Qué me cuento sobre lo que merezco?
  • ¿Desde dónde elijo proyectar lo que viene?

Porque, como decía Elena Espinal, el futuro “no sucede afuera: ocurre dentro del observador, aquel que lo vislumbra, lo expresa y lo crea con sus acciones y sus conversaciones”.

Mi propio diseño de futuro

Hoy, cuando miro atrás, agradezco aquel quiebre doloroso. Me obligó a parar. A revisar. A elegir de nuevo.

No tengo todo resuelto (¿quién lo tiene?). Pero sí tengo algo invaluable: una conversación consciente conmigo mismo sobre el futuro que quiero construir.

Y en esa conversación, sigo descubriendo cada día lo que es importante. Lo que merece mi energía. Lo que me hace sentido.

💬 Y tú, ¿qué conversación pendiente tienes con tu futuro?

  • ¿Qué quiebre reciente te está invitando a mirar distinto?
  • ¿Qué posibilidad aún no te has animado a declarar?
  • ¿Qué visión elegirías si supieras que el único permiso que necesitas es el tuyo?

#Visión #DiseñoDeFuturo #BitácoraOntológica #AprendizajeTransformacional #Autoliderazgo

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Víctor Figueroa
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