Tenía 10 años cuando escuché por primera vez una frase que quedó grabada en mi memoria: “Si volviera a nacer, me gustaría ser un hombre”.
Mi madre la dijo una tarde cualquiera, en la cocina, mientras terminaba de preparar la comida. Mi hermana Pili y yo poníamos la mesa, y mi padre, que acababa de llegar del trabajo, descansaba tras una larga jornada como médico. En ese momento, no entendí del todo lo que significaba. Pero con los años, fui dándome cuenta de lo que había detrás de esas palabras.
Sin quererlo, ese fue mi primer contacto, aunque ligero e inconsciente, con el mundo machista que habíamos construido. Un mundo donde los roles estaban tan bien asignados que parecían naturales: el hombre proveía, la mujer cuidaba.
Crecí y comencé a ver más evidencias de cómo estaba diseñado todo. De cómo muchas mujeres, como mi madre, habían asumido cargas que no eligieron conscientemente, sino que les fueron impuestas a través de generaciones de educación y cultura.
Y con ese despertar, vino otra toma de conciencia: los hombres también estamos atrapados en ese sistema. Nos han dicho qué significa ser hombre, cómo debemos comportarnos, qué debemos demostrar y qué no podemos permitirnos sentir. Se nos ha inculcado una masculinidad rígida, basada en la dureza, en la fuerza, en la autosuficiencia, y en un concepto de éxito que, muchas veces, nos desconecta de nosotros mismos.
El hombre que quiero ser
Desde hace años, me encuentro en un proceso de revisión y transformación personal. No solo por la desigualdad que sigue afectando a las mujeres en cuanto a derechos y oportunidades, sino porque he entendido que el modelo de hombre con el que crecimos también nos limita.
Quiero ser un hombre que camina hacia la equidad, no por corrección política, sino porque es lo justo. Quiero ser un hombre que no necesite demostrar su valor con poder o dominio, sino con autenticidad y humanidad. Quiero ser un hombre que escuche, cuestione, desaprenda y elija conscientemente cómo quiere estar en el mundo.
Este sábado, 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, invito a cada persona que lea esto a hacer una pausa y preguntarse:
🔹 ¿Qué aprendí sobre los roles de género cuando era niño/a?
🔹 ¿Qué mandatos sigo reproduciendo sin darme cuenta?
🔹 ¿Cómo contribuyo, en mi día a día, a construir una sociedad más equitativa?
No se trata solo de reconocer las injusticias, sino de asumir nuestra responsabilidad en la transformación. Cada conversación, cada gesto, cada decisión suma.
Hoy es un buen día para empezar.
¿Cuál ha sido tu experiencia con los roles de género? ¿Hubo un momento en tu vida en el que te diste cuenta de estas desigualdades? Me encantaría leerte.
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